jueves, 29 de julio de 2010

Conocer al cliente

Cuando el empleado conoce los gustos del cliente frecuente y lo atiende con propiedad, no sólo gana el cliente, sino más todavía el local que contrata a este valioso recurso humano

Para complacer al cliente, una de las claves es conocer sus gustos. Y un empleado que atiende con agrado y prestando atención, puede conocerlo a tal punto, que apenas lo ve entrar, su “pedido” estará listo.
Eso me sucedió hace poco, cuando por casualidad pasaba frente a una panadería en la que suelo tomar un café casi a diario. Me detuvo un conocido con quien crucé algunas palabras justo en la entrada del local. Mi intención no era entrar, y mucho menos tomar café en ese momento. Simplemente, iba de paso por el lugar. Sin embargo, el empleado, siempre atento y educado me saludó desde adentro apenas tuvo la oportunidad y me invitó a tomar mi café, el cual ya estaba servido en la barra.
Sorprendida me acerqué y respondí el saludo con agrado. Mi café estaba ideal, como de costumbre. Pero… No venía a eso, expliqué apenada, aunque tentada por el aroma del café. Bajé sólo un momento a buscar algo en el carro y ni siquiera traje la cartera. Inmediatamente, el empleado me miró y con una sonrisa me dijo: “No se preocupe, luego lo paga, pero disfrútelo, lo preparé como a usted le gusta. No deje que se le enfríe; yo se que a usted le gusta tomarlo caliente”.
Efectivamente, el café estaba justo como a mi me gusta, y lo disfruté muchísimo no sólo porque, como de costumbre, estaba delicioso, sino que esta vez tenía componentes adicionales: la amabilidad de quien me lo ofrecía, su empeño por prepararlo justo como me gusta, además del gesto de prepararlo y tenerlo listo para cuando él suponía que yo entraría a pedirlo.
Lo que más me sorprendió fue que el señor no llevaba mucho tiempo trabajando en ese local. Mientras tomaba el café pensaba: ¡Que empleado tan eficiente, apenas lleva unas semanas en el lugar y ya conoce mi gusto. Además, prepara muy bien el café y su amabilidad es inusual. Ojala que los dueños de la panadería se den cuenta de lo valioso que es tenerlo detrás de la barra y le permitan seguir haciendo su trabajo con ese entusiasmo que engancha al cliente!
Seguía saboreando mi café cuando entró otro cliente. Una vez más, quedé encantada al escuchar la conversación entre el empleado y el recién llegado. Yo no dejaba de sonreír mientras ambos personajes interactuaban: Un amable saludo, una sonrisa y una pregunta directa: “¿Le sirvo lo de siempre?” A lo que el cliente respondió: “Claro, lo de siempre, amigo”

No hay comentarios:

Publicar un comentario